Las palabras y acciones carecen de valor si no se comprenden. Para que exista una verdadera comprensión, es fundamental la presencia de tres elementos básicos: el que da, lo que se ofrece y quien recibe.
A menudo escuchamos que en el mundo uno debería ser cordial, amable, amoroso y respetuoso. Sin embargo, alcanzar estos ideales se vuelve difícil cuando uno mismo no está dispuesto a aceptar esa misma cordialidad, amabilidad, amor y respeto.
Creo que la frustración en el mundo proviene de nuestra constante polarización. Cuando buscamos lograr algo, es crucial entender que tanto dar como recibir son indispensables. A veces, deseamos obtener beneficios sin estar dispuestos a asumir las responsabilidades correspondientes, como el deber de realizar ciertas tareas.
Al negarnos a dar y recibir, recibir y dar, también nos negamos a acceder a las riquezas que el mundo ofrece.